En Medellín hay un caño que se llama Papa

En Medellín hay un caño que se llama Papa

Por el costado surooccidental del Olaya Herrera corre un canal de aguas lluvias bautizado hace 31 años, antes de la visita de Juan Pablo II.

El camino verde que bordea la pista del aeropuerto Olaya Herrera esconde algo más que pasto alto. Sobre el límite con la U. D. María Luisa Calle, el Aeroparque y la pista de supercrós Mariana Pajón, se extiende un hilo de agua delgado y complejo, su nombre es caño Papa y fue llamado así desde la visita de Karol Wojtyla a Medellín, el 1 de julio de 1986.

Según cuenta Lina Annicchiarico, gerente de seguridad operacional del Olaya Herrera, este canal fue producto de una obra civil que tenía como objetivo evacuar las aguas lluvias de la pista y, a la vez, encausar la quebrada Las Playas y la San Bernardo, que también desembocan allí.

“Esta parte se inundaba mucho porque es una ronda de río y eso es un riesgo operacional porque la pista no puede estar mojada. Entonces, para prevenir los riesgos con la venida del papa, se hizo la obra“, relata la vocera de Airplan, empresa encargada de la operación de la terminal aérea.

Sin embargo, como la obra se hizo antes de que se emitiera la ley ambiental general de Colombia (Ley 99 de 1993), no se tiene información de la empresa que desarrolló la intervención ni los diseños. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que desde 2008, año en el que Airplan empezó operaciones, no ha habido quién lidere el mantenimiento del cuerpo de agua.

Annicchiarico afirma que, aunque esta empresa se encarga de la rosería y de retirar las basuras que bajan desde las quebradas, se requiere una intervención para extraer los sedimentos que se acumulan en el fondo del afluente, pues estos, sumados a la planicie del terreno, dificultan la circulación del agua. Antes de la concesión esta labor la hacía la Secretaría del Medio Ambiente de Medellín, pero en el contrato no quedó explícito quién se haría cargo.

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Para la discusión se formó una mesa de trabajo en la que participan la Procuraduría, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la Secretaría del Medio Ambiente y las entidades que vierten aguas al riachuelo: Airplan, el Batallón Pedro Justo Berrío, Metroparques y el Índer. El centro de la disputa ha sido que si bien la sección que recorre el aeropuerto es un caño artificial, en él también desembocan quebradas naturales y aguas lluvias de las instituciones vecinas.

Una de las primeras revisiones que se desprendieron de estas conversaciones mostró que 13 puntos de descarga tenían aguas mezcladas, (es decir que estaban contaminadas). Además se le solicitó a Airplan el permiso de ocupación del cauce y se le encomendó alargar las tuberías de sus salidas de agua para evitar la erosión que termina por acumular sedimentos.

No obstante, sobre el margen oriental del caño aún hay cerca de 50 pasos de agua que están pegados a la tierra y continúan añadiendo tierra al hilo de agua.

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Milton Sergio Bolívar, líder de proyecto del equipo de Soluciones Hidráulicas de la Secretaría del Medio Ambiente, explica que la complejidad del caño radica en que “la pendiente por la que corre no es adecuada y donde sale tampoco es muy alta”, por esta razón el agua se devuelve y en ocasiones se estanca, lo que trae problemas de insectos y atrae aves que dificultan la operación aérea.

El mapa de quebradas de Medellín muestra el nacimiento de Las Playas en la calle 13 con carrera 83, entre los barrios Belén La Gloria y la Loma de Los Bernal, y de la San Bernardo, en la carrera 77, entre calles 23 y 24. Ambas desembocan en el caño Papa y de ahí van a la quebrada Altavista, a la altura de la 30. Sin embargo, estas cartografías no están actualizadas y es probable que los nacimientos hayan quedado ocultos bajo el asfalto.

Lo último que se resolvió en la mesa de trabajo sobre el caño Papa fue la contratación de estudios para la obra hidráulica que, según la gerente de seguridad operacional del Olaya Herrera, consistiría en adecuar una base en piedra para el canal, además del retiro de los sedimentos con retroexcavadora. Los estudios costarían cerca de $ 60 millones.

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El futuro del caño Papa está por definir, lo que sí se sabe es que el próximo 9 de septiembre las ibis negras (aves que habitan la ribera del canal) no serán las únicas que avistarán este cuerpo de agua nombrado en homenaje a Juan Pablo II, sino también el millón de personas que, se espera, asistan a la misa que celebrará el papa Francisco.

Por Jessica Serna Sierra
jessicas@gente.com.co

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