Pintan de color el cielo de Parques del Río

Pintan de color el cielo de Parques del Río

Pintan de color el cielo de Parques del Río

Al final de la tarde, casi todos los días, el cielo de Conquistadores (Medellín) está lleno de colores. Conozca a los responsables.

Cuando Carlina Tobón sabe que en el hogar geriátrico van a celebrar la eucaristía se pone gafas, sombrero y guantes. Pero no es precisamente para recibir el sacramento, es porque es sábado o domingo y esos días sus hijos la llevan a Parques del Río a elevar cometa.

Después de una fractura de cadera, su hijo Gabriel, que desde hace más de 2 décadas es un gomoso de las cometas, la involucró. Hace un año ese es su plan habitual.

La de Carlina es la roja con verde, ella eligió los colores, “porque se usan mucho en Medellín, además es una combinación muy navideña y alegre”.

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Sentada bajo una sombrilla, para protegerse del sol, mueve el hilo enérgicamente y sonríe. “A pesar de que tiene 90 años y demencia senil, nunca se le olvida cuándo es que la traemos acá“, dice Mónica, su hija y “asistente de vuelo”.

Desde que la etapa 1A de Parques del Río se inauguró, el 29 de agosto de 2016, el cielo de Conquistadores no para de tener cometas en el aire. A veces se juntan hasta 20, y para Carlina eso es todo un espectáculo. Quién iba a pensar que cuando Jorge Giraldo comenzó lo hacía solo.

A los cometeros nadie los llamó. Y así mismo se juntaron. De pronto, aficionados y novatos, se apropiaron del espacio, se hicieron amigos, comenzaron a llegar todos los días después de las 4 de la tarde y crearon Cometas Parques del Río, un grupo de más de 15 vecinos que aceptó el reto de pintar de colores el firmamento de ese lugar que tiene fama de retador, porque está rodeado de edificios altos.

Todos tratan a Carlina como una reina, le dicen abuela, le conversan, le escuchan sus historias. El que quiera acompañarlos en la charla es bienvenido, ” y si alguien se interesa por volar cometa con nosotros, que se acerque, acá le enseñamos y también le prestamos una. El propósito es que aprendamos a vivir este espacio de otras maneras”, agrega Jorge.

El constructor
Cuando la mamá de Diego Andrés Aguirre necesitaba una bolsa plástica, solo tenía que subirse a un árbol de naranjas para coger alguna de las que estaban engarzadas en las ramas, pues su hijo les ponía una pita y las hacía pasar por cometas.

Diego creció cerca del cerro El Volador. Toda su vida vivió en una casa rodeada de estos artefactos, por eso de niño se extasiaba mirando hacia el cielo, ese era su sueño.

Después de ensayar con bolsas, aprendió a hacerlas y a volarlas. “Me tocó solo, porque una vez un cometero me dijo que no le enseñaba a alguien tan pequeño y eso se convirtió en un reto. Me propuse a ser el mejor”.

Por lo menos cada 15 días, en sus ratos libres, Diego se iba a elevar cometa para conseguir plenitud, tranquilidad y a veces adrenalina. Como sabía fabricarlas y personalizarlas se las vendía a sus colegas. Sin embargo, solo las veía como un hobbie.


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En ese entonces tenía una empresa de eventos, pero la pasión le pudo más y desde hace 3 años vive solamente de hacer cometas. En todos los voladeros de la ciudad está presente. Ahora es reconocido entre los cometeros.

Su trabajo va más allá de reparar, exhibir o construir cometas. Él enseña y transmite su amor, por eso los miércoles, sábados y domingos este hombre de 28 años de edad va Parques del Río. “A mí no me interesa venderte una cometa, me interesa es entregarte la sensación de volar”.

En las tardes, en el costado norte de este lugar están todos reunidos: Carlina, Andrés, Gabriel, Jorge, Diego o cualquier otro aficionado dispuesto a compartir su conocimiento, sus palabras, su amistad y su arte.

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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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