Efraín Azafrán

Memorias de Popayán

He tenido la fortuna de ir dos veces al Congreso Gastronómico de Popayán. El evento del sector más importante del país, enmarcado en una ciudad hermosa, que mantiene con orgullo su patrimonio histórico, arquitectónico y cultural. A petición de Federico Trujillo, notable chef  y hermano por adopción, que me acompañó, comparto parte de las palabras que preparé para decir durante la inauguración del evento: …  “El mundo pasa por un momento curioso en el tema alimenticio porque súbitamente hoy todo hace...

Carnaval de sabores y otros menesteres

Casi todos los domingos nos vamos a recorrer la ciclovía del poblado. Un paseo rico para grandes y chicos, lleno de gente linda de todas las edades que quiere salir a regalarle un poquito de salud a la vida. La tan congestionada avenida del poblado se desocupa para que miles de turistas,  deportistas y caminantes se la gocen a la sombra de calistemos, ceibas, suribios, mionas, guayabos, nísperos, chiminangos, majaguas, laureles, guayacanes, mangos, cerezos  y montones de árboles  que engalanan...

Los amores de la flaca

Cada cierto tiempo aparecen en las ciudades, sitios de esos que se vuelven encontraderos obligatorios de gente querida; como se dice hoy, parchaderos de moda. Me acuerdo por allá en los 80s, antes de que me fuera a vivir afuera, de Anclar, Cama Suelta, Piccolo, Julio´s, Cucudrulos, Piccolo, el Café Café, La Taberna Inglesa, Sol y Sombra, Rumos, Casa Verde y otros que hicieron historia, cuando lograr un beso era una proeza y primero nos teníamos que declarar, bailábamos Las...

El Versalles o el día en que Valeria se enamoró de mí

Los bodegones nacieron en Europa, pero se popularizaron con distintos nombres en muchos países. Son restaurantes con oferta local casera, precios relativamente moderados, meseros veteranos ajenos al protocolo, pero alegres y amables, decoración sencilla detenida en el tiempo y una gastronomía básica cuya única pretensión es la comida rica dirigida a los vecinos del barrio que lo visitan con frecuencia para encontrarse y comer. Cuando vivíamos en Barcelona, mi flaca y yo conocimos muchos, varios con cientos de años de...

Queareparaenamorarte: Cocina de dedo parado

Si en mis manos estuviera la posibilidad de escoger el mejor restaurante de cocina colombiana de nuestro país, con seguridad que este estaría entre los primeros de la lista. Fui de los afortunados que pude pasar algunos de los mejores momentos de mi juventud en el famoso Niagara o Cinco Puertas cerca al parque Lleras cuando el Poblado era un barrio apacible, muy distinto al de hoy. Allí, cuando no teníamos barriga venerable y sí mucho pelo, usábamos mochilas de la sierra...

Punto Aparte: Deshaciendo los pasos

Como ya lo he comentado en otras oportunidades, desde que volvimos al país, con la flaca nos pusimos la meta de llevar a los incontrolables a conocer los pueblos de Antioquia, reviviendo aquellos paseos familiares de cuando éramos niños y salíamos los fines de semana a ver paisajes, tirar baño en los paseos de olla y comer en cuanto paradero había por todas las carreteras. Fueron tantas las veces que nos tocó hacer filas eternas para ver pasar la vuelta...

Namasté: una apuesta arriesgada y ganadora

“Cuando usted está inspirado por un gran propósito, un proyecto extraordinario, todos sus pensamientos trascienden; su mente sobrepasa límites; su conciencia se expande en todas direcciones, y usted se encuentra en un mundo nuevo, grande y maravilloso. Fuerzas, facultades y talentos latentes cobran vida, y usted descubre que es una persona mucho más grande que lo que nunca había imaginado.” (sacado de su Facebook) Cualquier cosa me hubiera imaginado, menos encontrarme esta maravilla a una cuadra del malecón de Guatapé, algo...

Vivir la vida sin wi-fi entre risas y llanto

Ha sido muy difícil explicarles a mis adorables revoltosos que cuando yo estaba chiquito, no había celulares, ni internet, ni wi-fi, ni tablets; simplemente no entienden cómo se podía vivir así. En estos días en un restaurante de un nuevo amiguis del face (soy moderno), leímos esta frase: “no hay wi-fi, nos vamos a tener que mirar a los ojos”. Me llaman la atención y me da pena ajena, esas parejas que salen a comer y no quitan sus ojos...

Una experiencia de padre y señor mío

Antes salíamos comer y a beber. Hoy salimos en busca de experiencias, pagamos por “tiempos” y por “momentos”, legítimo mercadeo gastronómico. Para mí es más simple, comer es un ritual, un culto de veneración al placer. Compartir con la gente que uno quiere alrededor de una mesa, una fiesta sensorial, espiritual, un regalo para el alma y la memoria. Sí señor, y así fue mi visita a Lucio, a donde tuve que ir llevado por mi curiosidad extrema de goloso...

Un pollo asado para chuparse los dedos

Esta joya gastronómica tiene su sede en una de las casas más antiguas, hermosas y mejor conservadas de El Poblado, por lo que de entrada su ambiente mágico lo va a cautivar, como lo hizo con mi flaca y mis adorables revoltosos que no ven la hora de que llegue el fin de semana para ir, lo que se volvió costumbre familiar. Rara vez pido pollo cuando salgo, aunque creo que es la primera opción para ir a lo seguro...