Adoptar perros adultos, una historia de amor

Adoptar perros adultos, una historia de amor

Adoptar perros adultos, una historia de amor

Pasar tranquilos los últimos años de vida es el deseo de muchos, y los animales no son la excepción. Anímese a cumplirle ese deseo a algún viejito.

“¿Un perro viejo y grande? Jum, doblemente pecado”. Amor llegó al albergue de las fundaciones Corazón Animal y Happy Animals como lo hacen muchos de sus protegidos: alguien lo dejó con la promesa de que volvería y nunca lo hizo.

Pese a su alegría y ternura, durante 4 años ningún adoptante se interesó en llevarlo a casa. No se sabía si era por su tamaño grande, su edad avanzada o su color amarillo (aunque parezca increíble, las mascotas también tienen que lidiar con el racismo).

“Cuando ingresa un animal de compañía con esas características sabemos que va a ser, como yo los llamo, un amor eterno. Van a morir con nosotros“, expresa Mabel Gutiérrez, una de las encargadas del albergue, mientras confiesa que sus esperanzas ya estaban perdidas, cuando Héctor Villa le escribió: “Quiero adoptar a ese mono”.

Pero más que alegría, ella sintió susto, “porque en la foto se veía menos grande y menos feo”. Sin embargo, al conocerlo, el hombre se enamoró, pues como su nombre lo dice, ese criollo de mirada noble no inspira otra cosa sino puro amor.

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Hace 3 años, cuando tenía 7, lo adoptó. Al principio llegó tímido y desubicado, pero en menos de 8 días era juicioso, le daba la mano, hacía sus necesidades en el lugar adecuado y no paraba de volear la cola.

Con los años, Amor se volvió más dormilón, aunque no deja jugar con sus 5 hermanos perrunos. Él es la alegría de Héctor y su familia. “Los perros adultos son calmados y obedientes, yo creo que piensan: ‘Me dieron la oportunidad de estar en una casa, no la voy a desaprovechar’, por eso le prometí que jamás iba sufrir”.

Pero Amor no el único viejito al que le ha costado conseguir un hogar, las fundaciones Corazón Animal y Happy Animals tienen a su cargo 85 perros, de ellos el 98 % son adultos, por lo que, según Mabel, la mayoría de casos son de difícil adopción.

“Las personas creen que un animal mayor es el que ya cumplió un año, por eso a los que tienen más de 2 nos da mucha lidia conseguirles una familia. Las cosas se complican cuando son grandes, amarillos o negros, porque se ven más criollos y la gente por tabú o falta de información, además de querer un perro bonito sin canas y con todos los dientes, prefiere un cachorro dizque para educarlo, sin tener en cuenta que los bebés son necios y dañinos“.

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Lo mismo ocurre en la Fundación Orca, de acuerdo con Marcela Díaz, su directora, los adoptantes llegan con el imaginario de que un cachorro es el ideal de mascota, pues tienen la falsa concepción de que los perros y gatos jóvenes son educables.

De igual manera, Marcela asegura que también entiende que muchas personas no deseen adoptar peludos viejos, ya que estos tienen una expectativa de vida más corta, pero “eso lo compensan con nobleza y amor”.

En la Fundación Orca hay cerca de 82 animales, 65 de ellos adultos, sin embargo, el caso de Dante es el más especial. “Un negro de 10 años, que es espectacular. No pelea, es juicioso. Pasó gran parte de su vida en las calles, sufrió varios golpes de autos, ataques de otros perros y desprecios y maltrato por parte de las personas”.

A pesar de su historia y de ser tan tierno, Dante lleva casi 10 meses en busca de un hogar, no obstante, por padecer enfermedades renales y articulares, nadie se interesa en adoptarlo. El temor de los rescatistas es que se muera sin conocer el calor y la dulzura de un hogar. “Él merece una oportunidad, merece pasar sus años dorados rodeado de amor, de cariño, de mimos”.

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Afecto y cuidados
El comienzo de la edad adulta de un perro varía según el tamaño. Los canes pequeños suelen envejecer a los 12 años, mientras que los grandes lo hacen a partir de los 8. Aunque en general un perro de edad avanzada es aquel que tiene más de 7 años.

Para Fredy Manrique, médico veterinario y etólogo clínico, los propietarios de mascotas viejas deben proporcionarles algunos cuidados específicos para mejorar su calidad y tiempo de vida. Asimismo, recuerda que la vejez no les impide aprender.

“Lo primero es hacer un plan preventivo. El cambio en la dieta es primordial, así como lo es el ejercicio diario (evitar las actividades de alto impacto), las revisiones veterinarias regulares, los suplementos alimenticios (según las necesidades), vacunación, desparasitación cada 4 o 6 meses y exámenes sanguíneos anuales (para mirar la glucosa, las enzimas hepáticas, renales y pancreáticas, así como electrolitos y algunos otros analitos)”.

Pero, de acuerdo con el experto, lo más importante es estar conscientes de que en algún momento nuestro amigo de 4 patas, al igual que el ser humano, envejecerá, tendrá achaques y requerirá mayores atenciones. Ese es el momento preciso para comprometerse y retribuir tantos años de amistad.

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Por Dafna Vásquez
dafnav@gente.com.co

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